miércoles, 24 de noviembre de 2010

El secreto murmullo de unos cuantos

Detengo mis pasos en la novedad que me produce una duda transitoria avocada a teorizar acerca de la reversibilidad de nuestros actos. ¿Tenemos inteligencia suficiente como para valorar nuestros actos?

Si la respuesta es que si, entonces, cómo es que simplemente seguimos adelante a pesar de tanto dolor, de tanta soledad masiva, de tanta muerte y destrucción...

Me dejé llevar por ese tímido personaje que mi mente ha inventado, su nombre es Soterces y comenzó el asedio y la defensa...

¡Caótico, pesimista, falto de perspectivas! Susurró la masa siempre dispuesta a disparar sus misiles de subjetiva alegoría, mientras aducía la gran urbe; esos pocos que controlan lo incontrolable; que nada es tan negativo como para no notar, ver y admirar la subjetiva belleza de todo lo que han "logrado"...


Seguramente esa subjetividad y esa belleza existen; aseguró contrariado nuestro transeunte de la vida; pero hoy he recorrido las calles de esta pequeña gran ciudad. El sol amaneció contrariado, entrecortado por su voluntad propia y el acechante frío que castiga y endurece los corazones. Encontré miradas distantes, reflejo de un presente cada vez más superficial. Rostros rígidos, reflejo del cansancio de una rutina abrumadora y simplista. Me di de frente con la opulencia que reflejaba la satisfacción que produce la ignorancia. Tropecé con un papel en el cuál no había solución alguna para mi vida y nada mencionaba de mis sueños, le estampé una firma que me permitía subsistir en este cadaver ardiente un par de meses más. Transité las rápidas cuevas en las que nadie piensa, puesto que las disfraza un útil metro de infintas extensiones que no van a ninguna parte, allí derrame un par de lágrimas por esa señora que mendigaba derrochando su último atisbo de orgullo, compartí su dolor y su felicidad rompió mi silencioso letargo de años.

Es hora de comenzar pensé, y me dispuse torpemente a que todos oigan el secreto murmullo de unos cuantos...

Barcelona, amada y odiada ciudad, estás sitiada por un loco...